Hola

Este año me decidí y empecé a escribir. Lo quiero compartir contigo.

viernes, 13 de junio de 2014

Clara, descubrirá su amor.


Vos sos bella
es la sociedad que es una mierda.

Yo te voy a contar lo que le pasó a Clara, una noche que ella estaba re triste. Por eso se encerró en el baño, agarró una hoja de afeitar y comenzó a cortarse los brazos, con rabia, bajoneada por lo que le había pasado con sus padres.
Lucía, su amiga, que vivía con ella justo llegó, y la sintió llorando. Le abrió la puerta de golpe y... ya se lo imaginaba, no era la primera vez:
—¿De nuevo?, ¿qué te pasó ahora?
—Mi padre —Le dijo llorando— discutió conmigo, me gritó mal y de no ser por mamá igual me pegaba un cachetazo.
—Siempre lo mismo con tu padre che... —y mientras le limpiaba las lágrimas negras de rimmel corriendo por sus mejillas, la sangre goteaba de sus brazos- No te preocupes... yo sé como alegrarte, vamos a comer unos chocolates viendo una peli, qué te parece.
—Sí, dale. Sos muy buena conmigo.
—Soy tu amiga y quiero verte bien —limpiando ahora la sangre de sus brazos.
¡Pah... que fuerte!, le pasaba como a mí, pero... ¿es verdad o te lo estás inventando?
Es real, después te cuento quién es Clara, pero dejame que te termine la historia: se acostaron juntas a ver la peli, y...
—¿Que miramos, el secreto de la montaña? —le dijo Lucía, mientras Clara, abría delicadamente la caja de bombones y Lucía, apoyaba sus pies arriba de la mesa
—No... Mejor miramos la laguna azul
—No, no, te va a gustar; pará que la busco en la compu y ya vas a ver
El asunto es que nunca terminaron la peli, Lucía se quedó  dormida en la mitad y Clara, feliz, se durmió poco después abrazada de su compañera. El despertador sonó a las siete, tenía que ir a su trabajo en la disquería; eligió una remera de manga larga —oscura como siempre— y viéndose reflejada en el espejo, tomó entre sus dedos índice y pulgar, la cruz invertida que siempre llevaba en su cuello. Antes de salir, besó a Lucía en la frente sin llegar a despertarla.
—Clara, ¿llegando tarde como siempre? —le dijo Soledad, su compañera de trabajo, mientras que su jefe, Juan, hizo un silencio cómplice antes de aclarar:
—Llegaron unos discos nuevos de género dark, ¿por qué no te pones a organizarlos?, y vos Soledad —más firme— empezá a atender a los clientes que ya están entrando.
Y mientras Clara estaba haciendo su trabajo, le sonó el celular; se sorprendió al ver que era su madre. Atendió nerviosa:
—Hola... ¿mamá?
—Hola Clarita, ¿cómo estás hija?
—Bien... bien...
—Me siento muy mal ¿sabes?, por la discusión que tuviste con papá el otro día; ¿por qué no venís a comer a casa... y lo charlamos en familia?
—No sé, vos sabes como es papá de difícil
—Ya sé, pero entre las dos, seguro le tocamos el corazón
—Bueno, está bien, voy mañana a las doce; besos
Esa noche, ya en casa con Lucía, le cuenta emocionada la  posibilidad de arreglar las cosas con su padre.
—No sé Lucy... estoy tan nerviosa, ¿qué hago?
—Y... mirá, pa empezar, no llevés la ropa de siempre, ya sabés que a tu viejo no le gusta esa onda; yo te puedo prestar algo, tengo de todo
—¡Ay sí!, vamos a revolver el ropero, me encanta
—Dale, vení —Y tomándola de la mano la lleva al dormitorio donde comienzan a sacar todo tipo de vestidos, blusas, pantalones, zapatos... y hasta la ropa interior acabó sobre la cama.
—Bueno, y ahora: a probarse la ropa
—¿Las dos?
—Sí, claro
A poco y estaban las dos desnudas frente al espejo. Se reían y hacían caras, hasta que una de ellas, empezó a acariciar a la otra... y cuando quisieron acordar, estaban en la cama entre un montón de ropas, besándose y tocándose sin miedo, sin vergüenza, simplemente dejándose llevar. Esto trajo un cambio en la relación entre Clara y Lucía, ya que ahora, compartían un secreto además de su amistad.

A la mañana siguiente, Clara no se vistió con la ropa oscura de siempre,  llevó las prendas deportivas de su amiga, pero le costaba dejar su cruz invertida, y decidió esconderla dentro de su escote.

Para el mediodía, estaba en  la gran casona de Carrasco, en el comedor, con su madre y su padre; sentado a la cabecera como siempre. Hacía mucho que no los veía, y esperaba que las cosas anduvieran mejor.
La saludaron y le preguntaron cómo estaba, cómo le iba en el trabajo, y sobre lucía. Clara contestaba lo mejor que podía, aunque aquello se parecía cada vez mas a un interrogatorio policial. Como siempre, su madre, se mostraba más cariñosa que su padre, quien se limitaba a fruncir el ceño articulando pocas palabras.  Terminaron de almorzar y antes de irse, Clara, le dio una llave del apartamento a su madre, para que fueran a verla cuando quisieran.

El resto del finde, transcurrió con normalidad. Llegó el lunes y en su trabajo, podía sentir como Juan la observaba, la observaba así como un hombre observa a una mujer. Ella se sentía incómoda, recordaba a Lucía, y estaba segura de sus sentimientos por ella. La tarde pasó rápido, y pronto terminó su horario.

Cuando Clara entró a casa, Lucía no estaba, entonces quiso sorprenderla con una cena. Para cuando llegó su compañera la mesa estaba servida a la luz de las velas, con un hermoso arreglo floral y una suave melodía que llenaba el  ambiente. Comieron, charlaron, bebieron, rieron y al terminar, alegres con el vino, se desnudaron y empezaron a perseguirse, esconderse y encontrarse, hacerse cosquillas y acabaron haciendo el amor en el sillón, justo enfrente a la puerta que se abre... Y eran sus padres.

¡Ay...!, me imagino la cara de los padres...por favor
Y la cara de ellas, ni te cuento. Quedaron los cuatro mirándose. Y el padre fue el primero en reaccionar:
—¡Lo único que me faltaba!, ahora también: ¡lesbiana! -Se dio media vuelta y se fue.
La madre, más tranquila, lo seguía diciéndole: "José Luis, por favor, no le hables así". Cuando llegaron a la calle, el padre de Clara se detiene y se dobla agarrándose el pecho. Irene, llamó a la emergencia, el médico le explicó que había sufrido un infarto y esa misma noche, lo internaron en el CTI con un pronóstico reservado.

A la mañana siguiente, y sin saber nada, Clara, llegó al trabajo diez minutos tarde. Encontró a Juan hablando con Soledad. Hablaban bajito, con las caras muy cerca el uno del otro. Sintió algo así como celos. (¿Por qué?), se preguntaba, (si estoy enamorada de Lucía, ¿qué me importa Juan?). Igual quedó toda la mañana con un sentimiento... raro. Al mediodía la llamó su madre, para decirle que su padre estaba internado. Clara se largó a llorar enseguida, mientras que su madre, le explicaba que durante la madrugada su padre había tenido un segundo infarto. Clara pensaba que era su culpa, porque la había visto con Lucía. Colgó, le explicó a Juan lo que pasaba en medio de las lágrimas y le pidió para irse al sanatorio. Juan se mostró muy conmovido:
 
—¡Sí, por supuesto!, ¿queres que te lleve? Lo que precises.
En los siguientes días, en que Clara estaba muy angustiada, Juan estuvo acompañándola todo el tiempo, y así pudo conocerlo más. Vio que era un gran tipo, solidario y generoso. Su padre, por desgracia, nunca salió del CTI; pero vivió lo suficiente para que Clara, pudiera reconciliarse con él.

Poco tiempo después Juan y Clara se pusieron de novios, pero en serio. Y un año más tarde se casaron.

Y vos... ¿por qué me contas todo esto, qué tiene que ver  conmigo?
Porque te veo mal, con ganas de cortarte los brazos otra vez. Y quiero mostrarte, que si a Clara se le arreglaron las cosas, a vos también se te pueden arreglar.
¿Pero... de dónde conocés a esa gente?
Si vos ya los viste un par de veces, Clara y Juan, son mis padres.




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