Miércoles 16:30 – Susana
Hoy fue un día de locos en la oficina. Mucho trabajo
atrasado. El gerente con un humor de perros. Clientes enojados llamando por
teléfono. Y para completar a las 14:00 entraron cuatro encapuchados, armados a
robar.
Nos obligaron a tirarnos en el piso. Sabían que había dinero
y donde estaba. Todo fue muy rápido. Se fueron sin lastimar a nadie. Pero a dos
compañeras les dio una crisis nerviosa. Se decidió cerrar la oficina temprano y
que nos fuéramos a casa a descansar. Le hubiera avisado a Ernesto, pero me
quedé sin batería en el celular.
Ya debe estar en casa.
Generalmente sale del taller a las 15:00.
Se va a sorprender cuando me vea.
¡Que frío y cómo llueve! Podríamos hacer el amor frente a la
estufa, con muchos leños ardiendo, escuchando la lluvia. Siempre fui una
romántica. ¿Qué le puedo hacer?
Abro la puerta, dejo el abrigo y voy caminando por el
pasillo, cuando lo escucho hablar por teléfono.
Habla con una tal Elena y se ríe mucho. ¿Quién será? Debe
ser una clienta.
En vez de entrar a la sala, me quedo escuchando del otro
lado de la puerta.
¿Por qué hago esto? Nunca dudé de su amor en quince años de
matrimonio. Pero no entro.
Lo escucho decir que se encontrarán el viernes a las 16:00.
O sea después del trabajo.
¿No es una clienta entonces?
Definitivamente estoy paranoica. Viendo fantasmas donde no
los hay. Ernesto me ama y no tengo motivos para dudar de el.
No entro a la sala. Sigo hasta la cocina y pongo la cafetera
a funcionar. Lo voy a sorprender con un buen café y un beso.
Miércoles 16:35 – Ernesto
Ya está decidido. Hoy mismo voy a hablar con Susana. No
puedo engañarla más.
No se lo merece. Le voy a contar lo que me pasó.
Como llegué a enamorarme de Elena.
Sin darme cuenta. Sin saber porqué.
¿Cuándo dejé de amar a Susana?
¿Cuando empecé a amar a Elena?
Ni yo mismo sabría
decirlo.
El hecho es que me enamoré. Otra vez. Como un adolescente.
Como un tonto.
No estaba en mis planes, solo ocurrió.
Con Elena me siento vivo, entusiasmado, alegre.
Paso contando los días, las horas hasta que llegan esos
cortos momentos en que nos vemos.
Todo el día mirando el celular, por si llega algún mensaje.
Me manda corazones, le mando corazones y flores y besos.
¿Soy injusto con Susana después de tantos años?
¿Soy un mal hombre?
Pero no puedo evitarlo. Y mejor que el engaño, es la verdad.
Me voy a la cocina a aprontar café. Y cuando Susana llegue
nos sentaremos a hablar.